"Se enamoró del deporte como fuente de momentos inolvidables y como metáfora de la vida".
lunes, 7 de marzo de 2011
Un disfraz de salvador que sienta muy bien
Otro fin de semana sin poder ir al estadio, acompañado de la radio como medio más eficaz de transmisión de goles, ya que las televisiones se han empeñado en poner losas al derecho de ver partidos de segunda división.
La diáspora pucelanista, al menos, aprende a imaginarse las victorias que no puede ver debido a factores como el ya mencionado, unido, naturalmente, a su condición de “exiliada”. El arrebato por un gol sobre la bocina, por otro lado, tampoco nos lo quita nadie. Ni los que seleccionan los horarios de los partidos y su emisión. Cuidado, que siento un espíritu “Mourinhista” dentro de mí.
Escuchar partidos por la radio tiene magia. Mucha magia. La fantasía sale a flote, pilotada entre el narrador y tú mismo. Imaginas las basculaciones, las transiciones, los trotes, regates, ayudas defensivas, paradas del portero, conversaciones entre jugadores, el olor del césped, la suciedad de las botas, la afición sentada –otros animando- sobre unos más que sucios asientos de colores morados grisáceos…
Proyectas los tres goles del partido. El primero de Javi Guerra, tras cazar un centro desde el costado zurdo de Peña y rematar fuerte a la red. El segundo, de Saizar al batir a un portero, Javi Jiménez, debutante en Zorrilla y llamado a ser titular de aquí en adelante, y el tercero…Sí, de Javi Guerra. Me repito, e imagino ambos goles. Me cuesta poco, será porque nos tiene acostumbrados.
Y es que el delantero malagueño lleva ya anotados 16 en la presente campaña. Una barbaridad que, en cierta y amplia medida, está sustentando al conjunto blanquivioleta en una zona cada vez más cómoda, a dos puntos de los playoffs de ascenso. Quién nos lo diría en enero, aunque Guerra seguía marcando.
En la segunda semana de febrero, el Real Valladolid frenó su caída, agarrándose a unos brazos que aparecieron desde la superficie del acantilado. Desde ese día, han ido tirando con fuerza hasta conseguir salvar al equipo de una caída irremediable.
Los brazos de nuestro delantero. Un killer como no se recuerda desde Joseba Llorente. Recordemos que no venía con el target de golear, pero lo ha asumido con eficacia. Se ha visto sin competencia en el puesto de goleador, máxime al retrasarse la suspensión cautelar que permitiría jugar a William Ferreira, fichaje invernal llegado para reforzar el ataque.
Ni cansado, frena. A este ritmo supera el récord de Cristiano. Oh, vuelvo a mencionar al R. Madrid. Será porque nos despertamos, comemos y dormimos con él. Aunque algunos prefiramos otro acompañante de cama, al que buscamos incansablemente, dándonos de bruces con un “sin señal” o “sin televisión”.
El partido ante la Ponferradina fue complicado. El rival supo cerrarse bien, y levantarse después de encajar el 1-0 hasta conseguir el empate. No obstante, sufrió para superar a un motivado y concentrado JJ. El medio campo tuvo problemas para crear, un cortocircuito se produjo entre los dos pivotes y Óscar.
Las bandas no golpeaban como suelen. Antón, incómodo en la banda izquierda, debía por enésima vez jugar hacia el centro para crear peligro. La banda derecha, poco ruidosa, hasta que Nauzet aparecía. Carentes de imaginación. ¿Surgen complicaciones cuando toca lidiar con un aguerrido equipo de la zona baja? Desde luego, contra la SD Ponferradina, sí.
Tuvo que aparecer la cabeza de Javi Guerra, disfrazado de salvador, para dar una victoria que prolonga la fantástica racha del equipo pucelano. Fantástica porque lo sitúa a dos puntos de una sexta plaza que da derecho a luchar por un objetivo indispensable, a corto plazo, si la entidad piensa sobrevivir y vivir un Proyecto Arena de una fama creciente al ritmo de las elecciones. Objetivo omitido, ya sabéis de cuál hablamos.
No soy mucho de disfraces. Me da bastante vergüenza. Prefiero verlos puestos en los otros, y me fascinan los que marcan diferencias, los que destacan. Hay algunos de una originalidad inusual. Aunque si tengo que elegir a uno, en estos Carnavales, lo tengo claro: el de salvador.
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