martes, 26 de abril de 2011

La frescura de lo 'vintage'


La hora de la verdad se acerca para el Real Valladolid. El mes de abril lo ha situado como el tercero en discordia. El estado tanto físico como anímico del equipo blanquivioleta lo ha llevado, en el mes de las aguas mil, a conseguir resultados impensables antes de este pequeño periplo primaveral.
En la subida por alcanzar la cima, se han topado con un Xerez aguerrido, un Celta entristecido por sus mediocres resultados, un Cartagena competitivo pero inferior al que visitó Valladolid en la primera vuelta, o un Rayo que, sólo por su coraje, será equipo de primera directamente.

Pero lo fundamental del mes de Abril será su desenlace. Aún a falta de la visita del filial del Barcelona el viernes, la trayectoria última invita a soñar. Al menos, a confiar en un final de temporada deseado. Sinsabores apartados, dudas dejadas atrás, los aficionados acompañan de la mano al cuadro de Abel Resino. Lo acompañan hacia una fase de ascenso cada vez más cercana, más posible.

El punto decisivo, el que declara el buen momento que atraviesa el conjunto vallisoletano, es el ambiente óptimo entre jugadores. La fotografía publicada en el Norte de Castilla en su edición digital así lo manifiesta. Jugadores como Jordi, abocados a un segundo plano durante gran parte de la presente campaña, han sabido esperar su oportunidad, pacientes y profesionales, para dar todo de sí en el momento preciso.

Jordi es el paradigma de jugador de equipo. El antagónico de futbolistas como Pelé o Haris Medunjanin, que en paz futbolística descansen, una vez han ayudado al pucela a descender de categoría. El central leridano representa el espíritu del ascenso en 2007, en el sentido del futbolista que aparca el ego en casa y se dedica a jugar dentro del campo. Por un mismo objetivo.

Esta premisa la han ido asimilando todos y cada uno de los integrantes de la plantilla. El punto de partido lo marco con el final del mercado de invierno. Con la salida de jugadores como Keita, la llegada de Juanito, padre de la defensa y con la titularidad de Nafti en el centro del campo. Jugadores integrantes de un Real Valladolid que comenzó la temporada cuando lo hizo el 2011. Mejor tarde que nunca, pensarán algunos.

Gracias a la mejoría en el juego y los resultados, la afición ha calmado los gritos que pedían la marcha de los dirigentes, el cambio de facto. Esta transformación llegó en el campo, a la vez que la voz del presidente Carlos Suárez se dejaba de oír, adoptando una posición de olvido. Lo prefiero así. En cuanto la atención se centró en el cuadro pucelano, las iras se llevaron a un taller mecánico. Se arreglaron y ahora rugen con otro motor. Y otra carrocería.

Puestos a desenterrar contradicciones, este equipo “vintage” que forma el Real Valladolid, con Nafti, Juanito, Jofre e incluso Óscar, ha devuelto la frescura al escudo que representa. Como si la máquina del tiempo hubiera entrado en el pack de compras invernales.

La realidad es que este Real Valladolid respira frescura, como una camiseta clásica, retro, antigua, recién lavada después de haber esperado en el abandono del armario. Como nueva. Esperemos que la máquina del tiempo siga funcionando, recuperando futbolistas, y el destino, o más pragmáticamente, las decisiones del técnico, favorezcan la alineación de jugadores en el once, no de estrellas estrelladas. Que siga la escalada. ‘Baby Barça”, próximo puerto. Mayo espera terminante.

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