Logro zafarme de Messi, Cristiano, Pepe, Villa, Mourinho y Pep Guardiola, del diario Marca y el Sport, y sigo corriendo en búsqueda de un autobús que me lleve a Valladolid. Por poco lo pierdo, con tantas personas impidiéndome el paso.
Una vez esquivada la multitud, unos cuantos miles de supervivientes nos disponíamos a ver un partido crucial. Su alcance, suavizado por la gran racha del Real Valladolid. Como si diéramos por hecho la victoria, llegamos a la hora del pitido inicial sin ser totalmente conscientes de lo que significaba ganar al Xerez Deportivo, rival directo.
Es la dulce sensación de la confianza. Es tal, que incluso cuando el equipo azulino destapaba su peligro, la grada no temblaba. Porque Javi Jiménez estaba allí para evitar un gol cantado y la defensa atenta, cortando cualquier acometida. Y si el equipo no lo veía claro, tocaba y tocaba, hasta encontrar algún resquicio en la defensa xerecista para marcar su terreno. Los equipos destinados a superarse, a subir escalones con eficacia y rapidez, poco a poco van comiendo el terreno del contrario, trazan pinceladas en forma de ocasión y finalizan con la gran obra maestra del fútbol.
Los blanquivioletas no son Da Vinci, pero con el tiempo refinan su estilo. El “arte alternativo”, ese que no muestran las mejores galerías, nos gusta. Nos atrae irremediablemente. Por eso, sorteamos los elitismos y fijamos nuestra mirada en nuestro fútbol, el que nos acompaña en la intimidad del José Zorrilla, lejos de clásicos del fútbol español, divertidos y entretenidos, pero no esenciales. No nos llenan. Nuestro arte es otro.
Frente a los andaluces se vio entrega, pues se jugaban mucho, de ambos equipos; ocasiones, de los dos conjuntos; inteligencia y acierto, por parte local. Es justo alabar la decisión del técnico Abel Resino, porque propició, con la entrada en el campo de Sisi, ese punto de frescura, ataque y ocasiones que echaba de menos la afición pucelana en el partido.
Durante la semana se habló sobre quién ocuparía la posición de Baraja junto a Nafti-por cierto, ausente en el siguiente encuentro de liga ante el Cartagena-. La gran mayoría, utópicamente, deseaba la entrada de un casi recuperado Lázaro, aunque no formó parte de la convocatoria final por algunas dolencias. Otros apostaron por Matabuena; unos pocos iban con Jorge Alonso.
Éste último salió de inicio, si bien continúa jugando en una mediocridad que esconde su técnica. El problema yace en que, una posición tan fundamental como la de centrocampista, resalta los errores. Al cuadrado. Con la entrada de Sisinio, el yin y yang del medio campo empezó a funcionar. Terminó siendo decisivo. Y el Real Valladolid remontó.
¿Quién ocupará la posición dejada por Nafti? El primero que llega a mi cabeza es Matabuena, de corte parecido al del tunecino. El equipo juega fuera de casa y arriesgar con un once cuyos jugadores no muestren un claro equilibrio defensa-ataque no parecería muy coherente. Eso sí, las circunstancias del partido podrían propiciar, de nuevo, esa sustitución tan sorprendente como efectiva.
¿Veis? Existe la vida más allá de Da Vinci. Existen seguidores de ese arte más desconocido, muchas veces cuestionado. Por supuesto, disfrutan de las exposiciones más renombradas. Pero siempre mantienen intacto ese gusto por lo que de verdad les quita el aliento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario