lunes, 13 de septiembre de 2010

A seguir (R.Valladolid 4-0 Recreativo,12 Sept., 2010)


Salamanca. Domingo 12 de Septiembre. 8,10 de la mañana, me dispongo a salir de casa, con mi mochila a cuestas y también con el sueño como acompañante. Mientras camino dirección a la estación de autobuses, me cruzo con fiesteros que vuelven de una larga noche, con alguna copa de más. De una chica creí escuchar algo así como: “ese chico va a estudiar”. De otro chico que “si estaba bien de la cabeza”. Y para culminar, me encuentro con un hombre disfrazado de Bob Esponja. Cuántas cosas pueden pasar y pueden verse a horas tan tempranas.

Como hacía frío, llevaba una chaqueta que tapaba…el polo del Real Valladolid. No, no me encaminaba a la biblioteca más cercana para aprobar los exámenes de recuperación, sino que mi trayectoria era diferente. Tomé el autobús de las 9 de la mañana, y tras un plácido y ligero viaje llegué a Valladolid. Comenzaba a dar el sol, que aumentaba su intensidad con el paso de los minutos, y a las 12 ya era casi insoportable.

Empieza el partido. Aproximadamente 10.000 aficionados, quienes fielmente nunca fallarán al club, en un día en que el equipo iba a volver a sonreír, y hacernos disfrutar 90 minutos a los que acudimos al estadio. Pero a las 12, aún no sabía que iba a suceder. Tan sólo era consciente de la temperatura que hacía esa mañana de domingo. Asimismo, tampoco sabía que al finalizar el choque mi rostro se asemejaría a un tomate para gazpacho.

Y es que es increíble sentir que estás viendo un partido sacado del FIFA en nivel amateur, en el que tú escoges al equipo blanquivioleta de local. Porque si bien el Real Valladolid no cuajó un partido de dominio y un juego espectacular, supo aprovechar las ocasiones manifiestas de gol a la perfección. Así, en los primeros compases de partido, en una contra que realizó Javi Guerra, consiguió el primer gol de los locales tras un disparo cruzado. Primer ‘chut’, primer tanto. Todo se veía más fácil desde Grada Norte, bajo un sol que empezaba a inquietarme y por el que debía refrescarme cada pocos minutos. Agua fresca para un resultado fresco, como el que el Real Valladolid estaba consiguiendo ante un Recre que no tuvo fortuna en las ocasiones de ataque que dispuso, que no fueron pocas, gracias a la movilidad de Kepa dentro del área y a la insistencia visitante al verse por detrás en el marcador. Todo ello ayudado por el repliegue tan acusado de los blanquivioletas cuando se adelantan en el partido.

Replegarse, esperar al rival, pero salir a la contra y machacar. Esas premisas siguieron para conseguir el segundo gol, obra de un enrachado Calle, tras asistir Nauzet, quien se está convirtiendo en `el hombre del último pase’ en este inicio del campeonato. El equipo no estaba usando las bandas, en el centro del campo no se imponían con claridad, pero estaban tocados por la varita de los elegidos para ganar. Los delanteros ayudaron defensivamente y tuvieron mucho oficio en este aspecto del juego. El Recreativo merecía más antes del descanso, pues dispuso de ocasiones como la que tuvo Aitor que estrelló un balón en el palo derecho de Jacobo. Fue un aviso, que se perdió tras el final de los primeros 45 minutos.

El equipo entrenado por Antonio Gómez está aprendiendo a dormir los partidos, a aguantar trombas de agua y salir beneficiado de ello. Y este es un aspecto clave para aspirar a algo en segunda división. En los primeros encuentros está viviendo situaciones de diversos colores: partidos de dominación absoluta, otros de no tanta, otros de sufrimiento para mantener la portería a 0 y los 3 puntos, y otros en los que la suerte se alía y la efectividad se sitúa primera en la carrera por la victoria. Y tal vez este último color destacó en el partido ante el decano del fútbol español.

En el descanso, los asistentes al partido se abonaron a la sombra, y agolpados en la zona de entrada y de la barra del bar, pedían refrescos para mitigar el sofoco generado por el agobio de un sol pesado. Como siempre, la espera se alarga hasta el pitido que inicia la 2ª parte. Y así fue, cuando aún aguardando a la botella de agua fresca, el Zorrilla rugió, aunque no como cuando los goles se marcaban en primera. Rugidos que escuché pero no vi, aunque sonreí igualmente, y tras volver a mi sitio de origen pregunté por la jugada. De nuevo Guerra, para conseguir el tercero de la tarde, tras ser habilitado por Nauzet, que conseguía así su segunda asistencia del día, y que brindaba al delantero malagueño su segundo gol. Partido terminado. Tocaba disfrutar aún más tranquilos, analizando más concienzudamente y dejando, quizá, algo más apartadas las emociones. Esto dicho sobre el papel, pero irrefrenable en la realidad, pues cuando llegó el cuarto para la cuenta vallisoletana -y el doblete para el madrileño Calle-, la afición gritaba, y vitoreaba el nombre del delantero que llegó a Valladolid cerrando las cremalleras de muchas bocas que no lo veían apto. Un hombre teóricamente suplente que está demostrando garra, y también unión en el grupo. Que es lo más importante.

Por otra parte, el técnico madrileño del Real Valladolid, Antonio Gómez, supo realizar los cambios en el momento correcto, sacando a Baraja por un Jorge Alonso amonestado nuevamente, dando juego a Jofre , que imprimió velocidad por su costado, y a Antón, que intentó llegar al área del meta Fabricio aunque sin un premio final.

Tras el final del partido, sólo nos queda seguir. A los aficionados ilusionándose con prudencia, al equipo rindiendo. Otra semana más de alegría por el objetivo conseguido, y de trabajo para mejorar. Y a la vuelta de la esquina, el Betis en Sevilla. Al mediodía, presumiblemente con el mismo o más sol, y seguramente partidazo.

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