Las casualidades de la vida. Esas que consiguen que sonrías, bailes y rías en la noche soriana, después de perder 4-5 contra el Numancia. Casualidades por las que terminé viendo al Real Valladolid jugar contra el Numancia de Soria… en Soria. Y casualidades por las que me encontré en la misma noche soriana con algunos futbolistas del equipo numantino, que salieron de marcha con todo merecimiento. Y que pocas horas antes la habían ‘liado’ en Zorrilla y me habían dejado preocupado y cariacontecido.
Porque perder en casa, en el debut de Abel Resino, tras marcar 4 goles, 3 de ellos de Guerra –el mejor jugador del Real Valladolid junto con Jofre, Nauzet y Sisinio-, genera cuanto menos asombro. Y hacerlo, para más inri, después de ir ganando 2-0 y 3-1, te hace temblar. Y más cuando el Real Valladolid jugó a un fútbol más atractivo que el hasta ahora visto, con una clara faceta ofensiva. Con las líneas adelantadas, haciendo uso de una presión que agobió a la zaga numantina, al cual sufrió en exceso durante todo el encuentro.
En efecto, líneas adelantadas. De la ventaja, de la mejora que suponía jugar tan arriba, y por lo cual el equipo pucelano generaba más peligro y goles –nada más y nada menos que 4, pero 3 en la primera mitad-, se destapó la dificultad que suponía disputar el partido así: debilidad defensiva. Indudablemente, el enorme punto negro que apareció en el nuevo equipo de Abel Resino.
El pucela buscaba el ataque, en la mayoría de las ocasiones, por el costado derecho que habitaba Nauzet Alemán, jugador muy activo y que sirvió a para que el trigoleador Guerra consiguiera el primer gol, al botar un córner. Y esa faceta ofensiva que planteaban los blanquivioletas, la conexión que se formó entre Sisí, que jugó por el medio -escoltado por Rubio que volvía al once, y el inconstante Jorge Alonso, y el extremo Nauzet, protagonizó el grueso del ataque pucelano.
Además del ‘feeling’ evidente que pudimos ver entre Sisí y Nauzet , por el otro flanco, un Jofre hiper-activo creó mucho peligro y puso en serios problemas a su par. En una genial jugada por su banda izquierda, el catalán la colocó al interior del área, donde un enérgico Guerra consiguió su segundo tanto. Por el otro lado, el jugador que salió del equipo salmantino de Santa Marta, Cédric, ya empezaba a vérselas con Pedro López cuya velocidad y desborde fueron las principales armas del Numancia para contrarrestar el poder ofensivo del Real Valladolid.
Y comenzaron a verse los defectos de la defensa vallisoletana. Y lo hicieron desde que Pedro López tuviera que irse, lesionado. Entonces, me pregunté: ¿dónde estás, Barragán? No oí respuesta. Sólo vi a Javier Baraja entrar para ocupar el lateral. Empezaron a llegar las ocasiones del equipo de Unzúe, y también el primer gol.
Segundo error defensivo: pase al hueco de Barkero –back in the days-, a Cédric – the future-, que ganó la espalda a César Arzo y recortó la distancia a tan sólo un gol. El Numancia se empezó a soltar, el partido se abría y las defensas continuaban llamando la atención como aquel niño insolente y engreído. Ahora le tocaba a los de Resino recuperar la importante ventaja de dos goles, y lo hicieron gracias a una buena aportación ofensiva del lateral Guilherme, que por cada partido que transcurre me hace pensar más concienzudamente que podría jugar perfectamente delante de un lateral, con una proyección más atacante. Y es que en defensa tiene que mejorar muchos conceptos.
El lateral-extremo Guilherme desdobló a un Jofre que estaba disputando sus mejores minutos como jugador pucelano, y recibió de éste una pelota que habilitó para que Guerra la introdujera como pudo en la portería. 3-1 y hat-trick para el delantero pucelano. Todo se veía mejor desde una Soria que anochecía y observaba silenciosa la fragilidad de su defensa. Podía pensar en una buena quiniela, por fin. "Anticipado, bocazas mental".
Los locales presionaban de modo adecuado en la primera línea del equipo y comenzaban a tocar con mayor convencimiento la pelota, y parecía que convencían. Entonces sucedió una de las claves del partido: otro pase interior que superó la defensa pucelana, e Íñigo Vélez aprovechó para marcar un segundo gol que dejaba todo abierto en un partido que parecía de fútbol sala. ¡Ay, defensa mía, qué débil se te vio!
La segunda mitad fue la de la locura, la mezcla de sentimientos, conjeturas, goles, bajones anímicos, de culpables y afortunados. Un pucela que conseguía la tan ansiada posesión del balón, y que pudo haber dejado el partido 4-2 si el árbitro hubiera pitado el claro penalti sobre Sisinio añadía intensidad al juego, con Jofre como destacado tras el descanso y que se sentía un nivel por encima del resto.
Y cuando mejor estaba el Real Valladolid, un rayo de 18 años y de nombre Cédric corrió la banda izquierda y colgó un balón que Barkero envió dentro de la portería de Jacobo.Suponía el empate. Cinco minutos después, Arzo cometió un penalti que el mismo jugador numantino transformó para poner el 3-4. Remontada que no se quedó ahí y que cambió el dibujo de Abel Resino, al introducir a otro delantero, Keita, por Jofre y sustituir a Jorge Alonso por Álvaro Antón.
La épica, que cambiaba de dueño como últimamente el Real Valladolid de entrenador, estaba en manos de los pucelanos, que tenían que buscar el empate a 4 como fuera, para al menos conseguir un punto que dejara al equipo un poco más cerca de unos playoffs que, ya sí, son el objetivo último. Empujaban como podía para que no terminara en descalabro el primer test de Abel Resino, y un Arzo omnipresente cabeceó el gol del empate, a la salida de un córner, a 5 minutos del final.
Pero a 5 minutos del final el partido se podía inclinar de cualquier lado, porque el Numancia nunca se conformó con nada, ni tampoco el Real Valladolid, una vez que puso el empate a 4. Y a segundos del término, la balanza dio un golpe retumbante en forma del tercer gol para Barkero, dueño del equipo de Soria junto a Cédric. Un dúo que terminó con un Real Valladolid recién empezado.
Horas después bailaba en la fiesta soriana. Un 4-5 que buscaba olvidar hasta nuevo aviso no podía ensuciar esos momentos. Algún futbolista numantino también bailaba, -aunque no tan bien como lo hizo en el terreno de juego-, cerca del corro en el que yo me encontraba. Casualidades que me hacían sonreír, pues todos tienen derecho a la épica. Ya le tocará al Real Valladolid, si bien no sé cuándo.
buena crónica! disfruta tus findes sorianos cesc! un abrazo
ResponderEliminarte encontré una errata :P
"Cinco minutos después, Arzo cometió un penalti que el mismo jugador numantino transformó para poner el 2-3."
(sería el 3-4)
cierto! tantos goles desconciertan...:)
ResponderEliminaredited!